¿Porqué le va mal en la escuela?

¿Porqué le va mal en la escuela?

Todas las madres y padres soñamos un gran futuro para nuestros hijos. Buena parte de ese éxito que anticipamos lo vamos creyendo comprobar cuando vemos cómo le va en la escuela como si esto tuviera mucho valor predictivo. No lo tiene. Hay adultos muy exitosos con un pésimo pasado escolar y muchos abanderados que han quedado estancados en una gris medianía. Sin embargo, el rendimiento escolar es un hecho importante en la vida de los niños, con gran repercusión emocional. En la escuela el niño se evalúa en función de lo que sabe que se espera de él, aunque ni sus padres ni sus maestros se lo exijan con palabras. Un rendimiento escaso en los primeros años, sin ser importante en sí mismo puede marcar a una persona para siempre, haciéndole creer que no es uy inteligente o que no sirve para el estudio. Por eso vale la pena investigar porqué algunos niños no tienen un buen rendimiento, un buen aprovechamiento escolar.

De todas las causas posibles, no ser lo suficientemente inteligente no es la más importante ni la más frecuente, a pesar de que es lo primero que los niños piensan. Los motivos son variados porque son muchas las variables que intervienen en el aprendizaje. Veamos los más importantes:

a) La “configuración” del cerebro El cerebro es el organo responsable del aprendizaje x excelencia. Hasta hace algunos años poco sabíamos de su complejísimo funcionamiento. Hoy sabemos que algunas personas nacen con defectos en el “programa” que permite la decodificación sencilla de la lectoescritura. A estos niños no les pasará como a la mayoría, que, inmersos en un mundo de lenguaje hablado y escrito, se van apropiando naturalmente de sus códigos y significados. A ellos les va a costar y empezarán a quedar rezagados en relación a sus compañeros, además de cometer algunos errores persistentes y típicos. Ellos tienen dislexia. Es un trastorno de causa biológica , frecuentemente heredado. Cuando se alteran otros mecanismos se afecta el cálculo (discalculia) o la ortografía ( disortografía) Estas dificultades son congénitas, constitucionales y de causa biológica tienden a mantenerse en el tiempo, si bien son tratables y en gran medida mejorables.

Para aprender con razonable facilidad son necesarios muchos instrumentos. El que más fácilmente evocamos probablemente sea la inteligencia, pero no es el único. Se necesita también, por ejemplo, tener la madurez suficiente del desarrollo psicomotor que permita por ejemplo ubicar formas en el espacio y trasladarlas a un plano. Otro instrumento imprescindible es el lenguaje, hablado y/o pensado. Si no hay un desarrollo adecuado del lenguaje se dificultan la comprensión y/o la expresión. Si no hay una adecuada internalización del lenguaje se alteran el pensamiento, la conceptualización y la capacidad de manipular las ideas y los conocimientos.

También es fundamental contar con la capacidad atencional adecuada a las exigencias del entorno en esa etapa. Los niños pequeños se guían exclusivamente por su interés para elegir adónde dirigir la atención. A medida que van creciendo deben ir desarrollando la capacidad de dirigir la atención a otros estímulos, aunque no sean los más interesantes para ellos en ese momento. Eso les permite atender a la maestra o al cuaderno aunque halla otras cosas interesantes en el ambiente.

Para aprender el cerebro necesita sueño y nutrientes. tanto la falta de sueño como la mala alimentación obstaculizan el aprendizaje normal.

b) Los propios pensamientos y sentimientos
Para aprender es necesario que el niño esté emocionalmente disponible, lo que implica querer aprender y dejarse enseñar. Para integrar conocimientos es preciso confiar en otro y en uno mismo, tolerar frustraciones, saber hacer y persistir en el esfuerzo, ser capaz de postergar la gratificación de algún deseo o impulso inmediato, así como tener metas personales lo suficientemente fuertes para que funcionen como un estímulo motivador.

Para aprender es necesario que el niño esté emocionalmente disponible, lo que implica querer aprender y dejarse enseñar. Para integrar conocimientos es preciso confiar en otro y en uno mismo, tolerar frustraciones, saber hacer y persistir en el esfuerzo, ser capaz de postergar la gratificación de algún deseo o impulso inmediato, así como tener metas personales lo suficientemente fuertes para que funcionen como un estímulo motivador.

Aproximadamente el 20% de los niños manifiesta en algún momento de su infancia algún trastorno psicológico. Pueden sufrir alguna forma de depresión, de trastornos de ansiedad, déficit atencional y otros , que siempre son una interferencia para el aprendizaje independientemente de cuan bien dotado intelectualmente esté el niño.

c) Obstáculos en el entorno
Los niños no son islas ni son de hierro. Viven inmersos en su realidad, nutriéndose de sus bondades y contaminándose con sus tóxicos. En ese universo personal de cada uno es necesario que se les ofrezca un clima razonablemente estimulante, calmo y ordenado para poder dedicar sus mejores energías al aprendizaje. No pocas veces una dificultad para aprender es la expresión de alteraciones, no en el niño, sino en su entorno.

A veces lo que está alterado es el funcionamiento familiar. Cuando el clima familiar es saludable, los niños crecen y florecen. Cuando no lo es, aparecen señales en diferentes niveles que muchas veces repercuten en el rendimiento escolar. La discordia crónica, ruidosa o silenciosa, es un gran tóxico en el clima familiar que los niños siempre detectan y al que nunca permanecen insensibles. La inseguridad, el caos o el estrés de la familia muchas veces son la traba para que los niños logren un aprovechamiento escolar pleno, aunque potencialmente no tengan dificultades.

Otras veces la interferencia se da en el plano de los valores familiares. En un entorno familiar en el cual el aprendizaje escolar no es valorado ni estimulado, los niños pierden motivación y fuerza para dedicarle a la escuela lo que la escuela requiere.

Otras veces el problema está en la escuela.
El desencuentro entre lo que un niño puede dar y lo que se le exige, entre lo que necesita para aprender y lo que realmente recibe es muchas veces causa de problemas en el endimiento escolar. Diferentes niños necesitan diferentes abordajes y el sistema escolar debería poder ofrecerlo. Hay niños que se benefician de un ambiente institucional poco estructurado que ponga el acento en el desarrollo de la autonomía y la autogestión de los alumnos. Otros niños, en el mismo sistema, se desordenan, se pierden y fracasan porque, por diversas razones, necesitan del orden externo para ordenarse internamente y funcionar con eficiencia. De la misma manera, hay niños que sometidos a una exigencia curricular con un marcado énfasis en lo académico se marchitan y se desmotivan. Esos mismos niños, puestos en un ambiente escolar que les permita desarrollar otras inteligencias y tener mayores posibilidades de expresarse en diferentes áreas, pueden a veces sorprender por su florecimiento. Algunos toleran aulas abarrotadas y poco espacio para la recreación, mientras que otros se asfixian.

Por diferentes caminos se puede llegar al mismo destino: un alumno que no aprende. Si estas dificultades no son diagnosticadas y tratadas a tiempo y adecuadamente, probablemente comiencen a agregárseles consecuencias emocionales que pueden ser más dañinas que la dificultad que les dió origen. Si por el contrario, son entendidas y atendidas correctamente todos los niños descubrirán su potencial y disfrutarán del aprendizaje.